El aguamarina es una gema de la familia del berilio que debe su color azul pálido y transparente a los rastros de hierro.
Es una de las gemas más apreciadas en joyería por su gran belleza.
Su nombre proviene del latín y significa “agua de mar”.
Antiguamente se la conocía como la “piedra del marinero”, ya que se creía que, al llevarla, les protegía del mareo y de las tempestades.
Está asociada al mar y, por tanto, al elemento agua, lo cual se dice que proporciona a quien la lleva una gran visión interior (clarividencia).
La tan conocida familia Borgia utilizaba para sus fiestas copas talladas en aguamarina.
Sus propiedades al igual que el sonido del mar son calmantes, refuerza el campo magnético (y por tanto, el aura), aporta alegría, bienestar y provoca la sonrisa.
Ayuda a la comunicación, expresión al dialogo con los demás.
En los estados depresivos o melancólicos nos ayudará un montón, al igual que en estados de estrés.
Fortalece el sistema nervioso central, los riñones y el hígado.
Mejora los dolores de muelas, garganta, tiroides e impurezas de la piel.
Colocada en cualquier parte del cuerpo dolorido, aliviará el dolor, ya que tiene propiedades calmantes y antiinflamatorias.
Pertenece al chakra de la garganta, aunque podemos utilizarla
en el chakra del tercer ojo, para potenciar nuestro equilibrio mental,
intuición y ayudarnos a meditar.
Su limpieza se puede hacer con agua y sal, con agua y salvia o debajo de agua templada. Para cargarla es la luna
quien, como si se depositara en el mar, se encargará de regenerarla y
dejarla energetizada para poder utilizarla posteriormente y
beneficiarnos de todas sus magnificas propiedades.
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